AC/DC: la intro y la gorda Rosie

Sé que prometí que escribiría sobre los más grandes y voy a añadir algo al respecto. Más adelante pariré un macropost sobre este grupo que bien se merecería una serie de escritos. Es difícil concretar 34 años de éxitos y anécdotas en unas líneas, más cuando recientemente te has leído un libro biográfico sobre AC/DC y cuando llevas 5 meses esperando lo que ocurrirá el martes que viene por la noche, volver a ver el directo más potente que haya habido jamás sobre un escenario.

Aquella noche cambió mi vida. Tenía 15 años y ya había asistido a algunos conciertos. AC/DC llegaban a Barcelona con su gira Stiff Upper Lip y un par de colegas y el que escribe decidieron ir a verles. Tenía 5 discos de ellos y el famoso Live. Además, mi hermano me había explicado un poco por encima la historia de Bon Scott. Admito, no obstante, que Metallica y Guns 'n' Roses estaban por encima en cuanto a horas de escucha y estima. Al salir del Sant Jordi, AC/DC les superaba por goleada. Bastaron 2 horas para convencerme. Eran los más grandes. Adolescente como era, fui horas antes y me coloqué en segunda fila. SEGUNDA FILA. Abrieron con Thunderstruck y mis pies dejaron de tocar el suelo durante 2 canciones seguidas. Y es que Back in Black fue la segunda. Admito que me acojoné cuando fuimos sacando hacia la valla a gente desmayada, tías medio en pelotas inconscientes y bicharracos de 2 metros totalmente borrachos incluidos, pero una vez aguantada la embestida y cogida la medida al asunto comenzó el espectáculo de verdad. Temazo tras temazo la potencia que transmiten estos monstruos del rock es difícil de explicar con palabras. Cada canción es una obra de arte, con su liturgia, sus gestos, con precisión milimétrica. Y Angus, dios, se deja la piel como un jovenzuelo prepúber ante la paja de su vida, y sin fallar en una nota. La campana de Hells Bells, el striptease en The Jack, los cañones del cierre, los cuernos en Highway to Hell… Siempre digo lo mismo: cualquier persona que aprecie un poco la música, saldría cautivada tras ver un directo de AC/DC.

Dentro de esta liturgia, me cautivó en exceso una muñeca hinchable que ocupó todo el escenario durante el lema Whole Lotta Rosie. Francamente espectacular. Nada más salir del concierto empecé a indagar y leí algo acerca de la historia de la canción. Nada concreto. En el libro de Susan Masino se explica perfectamente y os lo pongo tal cual, a modo anecdótico para cerrar este post tributo de urgencia. Debéis saber, eso sí, que el título homenajea al Whole Lotta Love de Led Zeppelin y que fue cosa de Bon Scott, el primer gran cantante de AC/DC que murió justo cuando empezaban a ser famosos, poco antes del Back in Black (un álbum de doble diamante con más de 42 millones de copias vendidas, el quinto de toda la historia de la música). Todos los discos de estudio de Bon parecen recopilatorios. Él merece un post y lo tendrá. Como se dice en el mundo AC/DC: “Bon Scott es el rayo del medio”. Nada más, os dejo con la anécdota:

“Fue en Freeway Gardens donde Bon conoció a la famosa Rosie. Los chicos de la banda, y especialmente Bon, disfrutaban animándose entré sí para hacer las cosas más desagradables. Cuando Rosie (una mujer enorme de las montañas de Tasmania) empezó a ser una asidua de sus conciertos, se le dio un ultimátum a Bon. Una mañana, cuando Pat Pickett se despertó, echó un vistazo y vio una mujer bastante corpulenta en la cama de Bon y un pequeño brazo tatuado que salía de debajo de ella. El tributo que le rindió Bon en la canción “Whole Lotta Rosie” demuestra que se lo pasó mejor de lo que esperaba con ella”.

Enlaces (suban el volumen):

1. Whole Lotta Rosie cantada por Bon Scott en 1978 (con subtítulos en castellano)


2. Riff Raff, con Bon Scott. 1978



3. Thunderstruck en el famoso No Bull de Madrid de 1996



Fuente del texto:

MASINO, Susan. La historia de ACDC: la banda de heavy rock más grande de todos los tiempos. Barcelona: Robinbook. 2006. Página 53.