ANATHEMA

Ella se recogió las briznas del cabello por detrás de la oreja, en un movimiento mecánico, pero delicado, bebió de su taza de té y exhaló un suspiro, quizás fuese porque era la última noche, pero la tristeza atenazaba su corazón, apretando el músculo con su puño cruel, evitando que las palabras se dijeran.
Él intentó encontrarse con su rostro, pero no podía aguantar la mirada, quiso alargar una mano hacia la de ella, pero solo la idea del roce provocaba más dolor. Agachó su vista hacia abajo, apretando los labios, no había ya nada que decir, puesto que eran los últimos minutos.
De la última noche.
Maldita sea.
Ella encerró su rostro con las palmas de sus manos, los recuerdos se agolpaban, atropellándola, pero solo un deseo prevalecía por encima del último instante.
Que recordara su nombre.
Que lo dijera.
Angelica.




Anathema was born en 1990 en… Liverpool como banda de doom metal, guitarras depresivas, voces guturales, letras deprimentes sobre la muerte y la soledad, con los hermanos Cavanagh (Vincent y Daniel) y el vocalista Darren White como cabezas visibles. Pronto, junto con las bandas My Dying Bride o Paradise Lost comenzaron a tener mayor aceptación dentro del underground metalero británico, hasta la aparición de su primer EP, The Crestfallen, que los catapultó por Europa y les hicieron acreedores como santo y seña del doom. A mi modo de ver, la mejor canción del disco es …And I lust.




En el 93 y 95 editaron Serenades y Pentecost III con los que dieron carpetazo definitivo al sonido Doom. Para ello, la banda “invitó” al vocalista, Darren White, a abandonarlos, siendo sustituido por el guitarra del grupo, Vincent Cavanagh, que no solo sabía cantar, si no que además estaba de buen ver para las niñas que por entonces se embutían dentro de pantalones vaqueros elásticos negros y portaban como bandera un anticristo en el cuello. Aunque, en mi modesta opinión, el señor Vincent tenía más de un parecido razonable con Steve McManaman (Macanan para nuestro amigo butano.)

Y de aquí hacia delante solo queda el descenso a los infiernos musicales, del todo a la nada o de la nada al todo, renegando cada vez más de las raíces a medida que su éxito y popularidad aumentaban. Aún así, fueron capaces de dejarnos melancólicas obras maestras, como la anterior Angelica o la que sigue, Fragile Dreams.



El The Silent Enigma dio paso a Eternity, de aquí a Alternative 4 hasta que llegaron a Judgement, el que muchos dicen es su álbum de referencia, la cúspide de su carrera. En esos cuatro discos pasaron del gótico al atmosférico y de éste al progresivo, cobrándose nuevas víctimas en la banda, no acordes con el camino emprendido. Y no son malos trabajos, para nada, algunos de ellos incluso excelentes, pero el que había sido ferviente admirador de sonidos tan oscuros, no podía más que torcer el gesto de vez en cuando. Algunos creyeron que de tan arriba que llegaron, solo quedaba el otro reverso de la moneda.

Sus siguientes dos álbumes, A Fine Day To Exit y A Natural Disaster marcan el fin definitivo de la esencia de Anathema, discos repletos de canciones lentas o de otras más propias de Pink Floyd, unas densas, otras absurdas, así, el que aquí os escribe, renegó de ellos.

El cierre de la mítica discográfica Music For Nations los arrastró a las tierras baldías, editando sus siguientes singles a través de su página web. Tienen otro disco preparado, Horizons, y el próximo 11 de Mayo los veremos en Barcelona, en la Sala Salamandra.
Y sí, allí estaré yo, esperanzado de nuevo.